Crítica: “Rush, pasión y gloria”
Texto de Freddy Pereyra
Fotos: Distribution Company Argentina
Sin Gran Premio de Argentina –ya desde diciembre de 1975 las autoridades de la FIA tenían razones sobradas para cancelarlo- y con inicio en Interlagos, el campeonato mundial de Fórmula 1 de 1976 tenía asegurada la lucha entre el campeón Niki Lauda -con el número uno en su Ferrari 312 T2-, y su eterno rival James Hunt, montado en el McLaren M23, que hasta el año anterior había sido llevado por Emerson Fittipaldi.
Dos personalidades opuestas. Uno frío, veloz y calculador, apodado “La Computadora”, arriesgando solo lo estadísticamente posible.
El otro, un playboy hecho y derecho. El tipo del que todos quisieran ser amigo. Un enorme talento natural para acelerar tanto arriba del auto, como en la fiesta permanente que fue su vida.
Todo esto transcurriendo en una época donde los autos eran peligrosos. Y el sexo era seguro.
Viviendo rápido, muriendo joven. Donde comenzaban el campeonato 25 pilotos y dos morían antes de finalizar la temporada, muchas veces atrapados en el interior de un auto en llamas.
Los actores protagonistas -en el rol de Hunt, Chris “Thor” Hemsworth, y como Lauda, Daniel “Goodbye Lenin” Brühl- darán que hablar. Tienen sólidas carreras artísticas y tendrán otros roles significativos muy pronto. Ellos fueron apuntalados sólidamente por el director Ron Howard (“Una mente brillante”, “El código Da Vinci”) y nos brindan ricos retratos de estos dos grandes del volante.
Debieron pasar más de cuarenta años para que se rescatara esta historia de antagonismos dentro de la pista, pero de admiración y respeto mutuo, una vez acallados los motores.
Howard es un maestro en la recreación histórica y especialmente de los años ‘70 (recordemos “Apolo 13”, “Frost vs. Nixon”), pero además tiene predilección por retratar a fondo la personalidad de los individuos, apelando a la necesaria exageración por momentos.
Sabe pintar con fidelidad la cara visible e histórica de los personajes, y también desnuda los aspectos ocultos u oscuros de estos fuera de serie. Aquí se ve el aporte de un frecuente colaborador suyo: el libro es de Peter Morgan.
Y debemos mencionar a los otros protagonistas: los increíbles Fórmula 1 de aquellos años. Ferrari, McLaren, Tyrrell, Lotus, Brabham, Shadow, March, BRM, Penske, Ligier, Hesketh, Surtess… y un largo etcétera. Todos en funcionamiento, perfectamente conservados y llevados con maestría por los stunt drivers -algunos de ellos, sus actuales propietarios-.
Son chasis de aluminio y construcción artesanal, impulsados por motores V8, V12 y 12 cilindros planos, a los cuales se los escucha gritar como en sus mejores años. Verlos y oírlos bien vale ir a la mejor sala de cine que puedas encontrar.
La película está llena de códigos y señales para aquellos que estuvimos ahí. Y para quienes quieran ver cómo eran esos años. Todo se ve sencillo, simple, directo. La ropa colorida y estrafalaria, los autos y las casas parecen más antiguos (lo eran). Y los Fórmula 1 estaban más al alcance, en todo sentido.
Armabas un auto en un garage, le montabas un Cosworth DFV V8, presentabas un equipo con un solo auto/piloto más un grupo de voluntariosos aventureros, y ya podías enfrentar a Ferrari o ganarle a un Matra.
Podías luchar rueda a rueda contra Peterson, o pelearles el campeonato a los equipos legendarios. Los presupuestos eran altos, pero no astronómicos. Las pistas eran angostas y muy inseguras. Las automotrices no se involucraban como ahora, y la mayoría de los pilotos eran poco afectos a entrenar o llevar adelante una vida sana.
Estos desgraciados tenían un don natural para manejar muy rápido, aunque sólo algunos pocos lo hacían con inteligencia.
Los argentinos tuvimos un piloto que nos representó muy bien por aquellos años. Que peleó campeonatos, que ganó en los circuitos más difíciles -fue Ringmeister con el Brabham BT45, exactamente un año antes de que Lauda chocara en el Infierno Verde-, que estuvo en las mejores escuderías, que fue contratado por Ferrari tras el accidente de Niki y que sobrevivió a esa cruenta Fórmula 1 de entonces.
Carlos Reutemann es mencionado en algunos pasajes de la película y se ve la lucha en pista entre él y Lauda en el heroico e increíble retorno del austríaco durante el Gran Premio de Italia, en Monza. La squadra del Cavallino Rampante presentó allí tres coches, conducidos por Lauda, Clay Regazzoni y Lole.
Hay humor del bueno (carcajadas), hay muy buena música (Hans Zimmer), hay drama y muy impresionantes imágenes sobre las consecuencias del fuego sobre la humanidad del protagonista.
Los rubros técnicos se lucen, el look fotográfico está perfecto y sensiblemente llevado a cabo. Fue rodado con cámaras Arri Alexa 4K digitales, y postproducido con look vintage. Los escenarios de los grandes premios son un prodigio de composición digital. Se ven tomas aéreas de gran escala con las tribunas pobladas y los autos corriendo.
Se usaron locaciones naturales como los circuitos de Snetterton y el mismísimo Nordschleife de Nurburgring, el escenario de la tragedia y el punto culminante de la historia.
“Rush, pasión y gloria” muestra -sin parecerse a “Grand Prix” (1966) o a “Le Mans” (1971)- cómo una historia de pilotos, mujeres y autos de carrera puede ser real -lo es-, y superar a cualquier ficción.
Ambientada en una época donde la Fórmula 1 se volvió internacional y legendaria. Donde ya se transmitía a todo el mundo, pero a la vez no se sabía muy a ciencia cierta qué pasaba en el otro extremo del circuito. Donde tus rivales te rescataban de las garras de la muerte, y la Parca te dejaba en el rostro su rastro indeleble.
No seré objetivo en la conclusión: venía esperando esta peli desde que se anunció que Steven Spielberg iba a producirla. Cuando se designó a Ron Howard para dirigirla ya no tuve dudas. Es un peliculón y recomiendo verla en pantalla grande.
Si te gustan los autos, las chicas lindas al natural y ver cómo era todo antes de la fibra de carbono y de los paddock clubs, corré a un buen cine a ver Rush. Y andá a verla con amigos que comprendan tu pasión. Yo lo hice.
Freddy Pereyra
PD1.: Agradezco mucho la gentil invitación de C.C. para ver Rush y para escribir estas líneas. Tuvo un premio extra, con una foto junto a Freddie Hunt, el hijo menor de James, que estuvo entre nosotros durante el preestreno. Freddie tiene una novia argentina y visita nuestro país con frecuencia. El ADN de James estaba en este enorme homenaje de película. Y también caminando por los pasillos del cine en una remota Buenos Aires de 2013.
PD2: “Rush, pasión y gloria” se estrena el 31 de octubre en la Argentina
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