Nissan 370Z Roadster, prueba (exterior e interior)
Nunca he sido un fan del Nissan 370Z, pero surgió la oportunidad de probarlo en versión descapotable, y dije: “¿por qué no?”. Mi compañero Héctor os trajo sus impresiones de la versión Coupé, así tenéis un segundo punto de vista. Lo cierto es que mi opinión de él ha cambiado a lo largo de los más de 1.200 km que compartimos.
Es un roadster con un motor 3.7 V6 de 328 CV, atmosférico, con el cambio opcional de siete velocidades. Dicen que gasta menos que con el manual, así que me vino bien, no gasté precisamente poca gasolina. No hay muchos coches como él en el mercado, y de hecho, es de los descapotables de esa potencia más económicos.
¿Económico quiere decir barato? No siempre, estamos hablando de un coche que cuesta, como poco, 53.350 euros. La versión que probé es la más cara, 56.800 euros. Si se compara con sus competidores, entonces la percepción de su precio cambia bastante. Pero pasemos a lo primero, exterior e interior.
Exterior del Nissan 370Z Roadster
Para empezar, tiene un aspecto imponente, como engordado a base de anabolizantes. No es especialmente largo (4.250 mm), pero aparenta ser más grande. La cota quizás más exagerada es la de anchura (1.845 mm), sensación que se ve realzada por los enormes pasos de rueda, pues calza unos neumáticos 245/40 R19 delante y 275/35 R19 detrás.
Desprende olor a músculo, como cualquier película de Chuck Norris, tiene los voladizos muy cortos, las ruedas enormes, la joroba del culo es pronunciada… y luego el tamaño del maletero es… dejémoslo en muy poco práctico, incluso para dos personas. Las puertas quedan grandes en relación a las ventanillas.
Es un coche con mucha personalidad, desde luego llama bastante la atención en la calle (aunque el Nissan Cube lo hace más). Si su imagen deja indiferente, su sonido no, ya sea por el ronroneo del motor, muy agradable, o las rascadas que se marca en cualquier resalto urbano aunque cumplamos estrictamente los límites de velocidad.
Tanto la vista frontal como la trasera me inspiran una sensación de coche cabreado, que quiere pegar una paliza al parque automovilístico, devorar gasolina y maltratar los límites de velocidad. Con 328 CV está claro que no es un coche para pasear, para eso hay otras alternativas más interesantes.
Cuando se conduce, siempre vemos la inscripción “370Z” en el retrovisor central, gracias al deflector de aire (en las imágenes no se aprecia bien). Tengo la impresión de que el cliente típico de este coche no tiene ninguna clase de complejo de inferioridad respecto a otras marcas de más pedigree.
No obstante, pensar en este coche como “un simple Nissan” es pecar de una absoluta ignorancia, pues la saga Z lleva quemando neumáticos desde hace 40 años, y quizás en Europa no, pero en Japón esta saga es bastante respetada… y la marca en general. ¿No será que hay mucho prejuicio suelto por ahí?
Interior del Nissan 370Z
De puertas hacia dentro, podemos encontrar algún detalle que otro que no encontraríamos en un Audi TT, un Porsche Cayman o un Mercedes-Benz SLK. Eso sí, para apreciar esas diferencias, hay que tener deformación profesional o tener la sensibilidad de la princesa del cuento del colchón y el guisante.
No creo que haya diferencias relevantes que justifiquen que este coche es “peor”, está muy bien posicionado, y conozco a sus tres rivales de otras ocasiones. La calidad de los materiales elegidos y su aspecto me convencen, si he de encontrarle pegas, es en otros aspectos.
Por ejemplo, para cambiar las informaciones del ordenador de a bordo, tengo que estirar el brazo izquierdo y pulsar un botón poco accesible. Además, el volante no se puede regular en profundidad, lo que limita mucho la forma de sentarse. Algún plástico duro hay… donde difícilmente tocaríamos en un uso normal.
La ventilación de los asientos (que bendita sea) hace un mínimo ruido, habrá quien lo considere como defecto, habrá a quien le importe un bledo, como a mí. Al insertar una marcha desde parado, se nota una mínima sacudida, no es inherente a cualquier automático. Casi toda la regulación de los asientos es manual, y no puede ser automática ni en opción.
Volviendo a la ventilación, me parece destacable, porque marca una brutal diferencia entre viajar cómodo o bajarse con la camisa sudada. Doy fe de su efectividad, pues me hice Madrid-Sevilla con un sol de justicia, sin climatización y techo abierto, y creedme, se nota mucho lo de la ventilación.
Es un coche espacioso para dos personas, aunque da un poco de sensación de encajonamiento, especialmente con una estatura media y el asiento en la posición más baja. Si se olvida su poca practicidad, por el tipo de coche que es, está bien resuelto en cuanto a huecos, ergonomía (salvo lo del botón mencionado), etc.
Casi toda la prueba la hice con el techo plegado, es de lona y se guarda en 20 segundos pulsando un botón y con el coche parado o a velocidad de hormiga. En conducción urbana la diferencia acústica de ponerlo o quitarlo es muy leve, en carretera ya se nota un poco más. No es especialmente ruidoso.
Se puede viajar con el techo quitado y las ventanillas bajadas a unos 80-90 km/h, por encima sugiero subir las ventanillas. A 120 km/h el ruido es palpable, pero uno se puede acostumbrar, y si no queremos oír al acompañante, basta con ir algo más rápido. En cuatro horas y pico de viaje me acabé acostumbrando al ruido.
A 120 km/h o más el nivel de aire que entra con el techo plegado y ventanillas subidas es más que suficiente para no quedar achicharrado incluso con el contundente sol andaluz. Eso sí, cuando me paré en el primer semáforo, miré a mi entrepierna y lo primero que pensé fue en una sartén, huevos fritos y una vitrocerámica.
El equipo de sonido BOSE suena bastante bien, y permite subirlo de forma que “anulemos” el ruido del viento (y el del motor), yo creo que cuando pasaba cerca de un camión, el conductor de turno también escuchó Coldplay. Incluso con el volumen fuerte, las vibraciones del habitáculo son contenidas, es una buena instalación.
Circulando por ciudad hay que tener mucho cuidado con los resaltos, no solo por no rascar, también por no pegar botes en el asiento, la suspensión va durita, pero no me ha parecido incómoda. En carretera lo que más ruido hace son los neumáticos y el aire, que aunque se circula con capota ahí está, pero no es molesto; es perceptible.
El aire acondicionado realmente lo utilicé poco, pero cumple muy bien con su función y sin agobiar. También podemos usar la calefacción de los asientos en invierno. Obviamente no he podido comprobar cómo va la calefacción en días fríos, no hubo ocasión (tampoco me apeteció ir a una zona fría solo por eso).
Cambiando de tercio, quiero que dirijais vuestra mirada al grupo de relojes de la parte superior: temperatura del aceite y voltaje de la batería. También hay un reloj, y en mi opinión, se ha puesto por poner algo, pero lo que debería haber ahí es un medidor de presión de un turbocompresor. El que vaya a “tunearlo” ya sabe dónde ponerlo.
La pantalla central es táctil y agrupa una barbaridad de funciones, es fácilmente legible con casi cualquier condición lumínica. La vamos a encontrar en más de un modelo Nissan, tampoco es algo extraordinario. La navegación entre los distintos menús me pareció intuitiva y asequible, aunque también estoy acostumbrado a estos aparatos.
Un vistazo al tablero, a la parte izquierda, nos muestra el ordenador, testigos y los medidores de combustible y temperatura del agua. Estos dos últimos medidores me parecen mejorables, porque dependiendo de la iluminación, no cumplen bien con su función informativa. Como mejor se ven es a oscuras.
En cuanto a sitios para dejar cosas… en un viaje casi seguro tendremos que hace uso de los pequeños huecos tras los asientos, donde cabe, por ejemplo, un maletín de portátil con facilidad. Los objetos cotidianos encontrarán sitio rápido, y tenemos dos huecos con tapa, el central y la guantera (totalmente de plástico).
Este coche tiene el maletero muy pequeño, son solo 140 litros, pero contamos con ellos esté el techo plegado o no. Las formas son irregulares, es poco aprovechable. Haceos a la idea de que el equipaje de dos personas tiene que limitarse en la medida de lo posible, como para viajar en la cabina de un avión.
No hay rueda de repuesto, sino un kit de reparación de pinchazos. Podemos criticarlo o no, pero dejo caer que una “galleta” queda ridícula y descompensada ante estos rodillos que calza, y por otra parte, levantar una llanta de 19 pulgadas no es algo que esté al alcance de cualquier físico sin cultivarse por el gimnasio o un buen ADN.
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