Desde Punta del Este –
En pleno abril, el balneario más famoso de Uruguay es tan bullicioso y agitado como un museo abandonado. Por sus calles y avenidas, que hierven de turistas en los fashionistas meses del verano, hoy sólo corre el viento, la arena y la sal del mar.
Renault Argentina no podría haber elegido mejor escenario para presentar su modelo más elegante, mesurado y circunspecto de los últimos tiempos: el Latitude.
Se trata de un sedán del llamado segmento mediano, que llega importado de Corea del Sur, compartiendo muchos componentes con el Laguna III y el Nissan Teana. Pero el Latitude tiene un objetivo más ambicioso que sus dos hermanos: fue presentado en el Salón de París del año pasado con el objetivo de convertirse en el sedán mediano más globalizado y vendido de la alianza Renault-Nissan.
En la Argentina, Renault espera vender 400 unidades al año del Latitude, igualando a uno de sus rivales directos, el F**d Mondeo, y superando con amplitud a otro de sus competidores, el Citroën C5. En la marca del Rombo son cautelosos con las ambiciones y todavía no hablan de alcanzar al líder de los medianos de marcas generalistas, el Volkswagen Passat, que ronda los 800 patentamientos anuales.
Autoblog manejó esta mañana durante casi dos horas el Latitude V6 Privilège y también realizó un contacto con el más accesible Latitude 2.0 Dynamique.
Por fuera
Elegante, discreto, reservado y racional. Esos adjetivos alcanzan para describir el diseño del Latitude, un auto que llamará más la atención por sus dimensiones que por sus líneas.
Mide casi 4,90 metros de largo y es bastante más grande que el Laguna III. Su estética también es menos arriesgada, para intentar agradar a consumidores de diferentes culturas y, justamente, latitudes.
Me gustó más la vista de tres cuartos traseros, donde las ópticas estilizadas y la doble salida de escape exclusiva del V6 muestran los únicos rasgos de carácter fuerte. Un poco menos me convenció la parrilla cromada, que dibuja una extraña sonrisa, muy similar a los últimos modelos de Toyota, que tampoco me convencen.
El V6 viene con unas atractivas llantas de aleación de 17 pulgadas y diez radios, mientras el 2.0 tiene llantas de 16 pulgadas, también de aleación.
Por dentro
Tiene uno de los habitáculos más amplios y luminosos de su segmento. En eso ayudan mucho la generosa distancia entre ejes de 2,76 metros y el doble techo panorámico, que viene de serie en las dos versiones y abarca hasta las plazas traseras.
La posición de manejo es muy cómoda y relajada. El V6 viene con butaca de regulación eléctrica con tres memorias y el asiento se corre hacia atrás de manera automática al apagar el motor, para facilitar el descenso.
El volante se regula en altura y profundidad. Sobre él se podrían ofrecer más comandos multifunción, pero sólo cuenta con los botones para el control de crucero. El equipo de audio se puede operar sin sacar las manos del volante, con un ciertamente arcaico control satelital que fue tan novedoso en los Renault de hace dos décadas.
El equipamiento de confort es completísimo. Viene de serie con climatizador bizona, butacas delanteras calefaccionadas y tapizado en cuero, entre otros elementos. El V6 viene con un navegador satelital TomTom integrado a la consola, que se opera desde un joystick ubicado junto a la palanca de cambios.
El espacio trasero es muy generoso, tanto para las piernas como para la cabeza, y permite acomodar a tres adultos sin problemas. El baúl tiene 477 litros de capacidad. El más pequeño Fluence le gana con sus 530 litros, pero el maletero del Latitude sorprende por su gran altura interior, que permite llevar objetos de gran tamaño.
El equipamiento de seguridad también es muy bueno. Viene de serie con seis airbags, frenos ABS (con EBD y AFU), control de estabilidad y control de tracción. El V6 agrega detector de presión de neumáticos, freno de mano eléctrico y sensores de estacionamiento con función de radar, que muestra en el tablero dónde está ubicado cada obstáculo.
Motor y transmisión
El Latitude es completamente nuevo en nuestro país, pero las dos motorizaciones que ofrece las conocemos desde hace un tiempo. El 2.0 no es otro que el conocido propulsor de 143 caballos que equipa el Fluence y que también usó el Mégane II. Se combina sólo con caja manual de seis velocidades.
El V6 de 3.5 litros y 240 caballos proviene de Nissan. Es el mismo block que tienen el Teana (a quien le obsequia 12 cv extra) y del deportivo 370Z (aunque con 3.7 litros y 333 cv). Esto nos recuerda que el viernes deberíamos escribir algo sobre el nuevo auto que está en el garage de Autoblog, perdón por la digresión.
El V6 viene con caja secuencial de seis velocidades. A diferencia del Teana, es una transmisión automática convencional, y no es de variador continuo (CVT).
Comportamiento
En una ciudad donde el mayor signo de estrés que percibí fue el de una señora que hacía aerobic –preocupada porque se le habían desatado los cordones, pobre- el parsimonioso Latitude se sentía a sus anchas.
Primero manejé durante casi dos horas el V6, que me sorprendió por la insonorización absoluta del habitáculo y la suavidad del andar. La suspensión es una de las más confortables –por no decir blandas- del segmento. La dirección acompaña en el mismo sentido. No hay que pedirle al Latitude ni un ápice de temperamento deportivo –como a veces sí pueden mostrar tanto el Mondeo como el Passat- porque no lo tiene.
Es un sedán de grandes dimensiones pensado para crucerear sin maniobras bruscas o violentas. El motor de 240 cv le permite viajar en ruta a muy buen ritmo, con una velocidad máxima de 240 km/h.
Pero este propulsor parece quedarle algo grande a un chasis orientado tanto hacia el confort. En aceleraciones algo exigidas, las ruedas delanteras patinan con suma facilidad, aún con el control de tracción activado. En condiciones ideales, eso no le impide pasar de cero a 100 km/h en 8,4 segundos.
Después tuve la oportunidad de manejar por un tiempo más breve el 2.0 y me pareció una opción más lógica. Ya que la puesta a punto de las suspensiones no están pensadas para un desempeño deportivo, sus 143 caballos de potencia me parecieron más que suficientes para moverse tanto en ciudad como en ruta. Alcanza los 203 km/h y acelera de 0 a 100 en 10,6 segundos.
El consumo mucho más discreto también es otro argumento que juega a su favor: 8,1 litros cada 100 kilómetros de gasto medio contra los 10,5 litros que logra el V6.
La caja manual de seis velocidades del 2.0 es correcta, pero no está a tono con un auto de esta filosofía tan sosegada. La caja secuencial del V6 es mucho más apropiada, con cambio de marchas imperceptibles, sin sobresaltos. Con un escalonamiento casi tan lineal como en la caja CVT del Teana, pero sin ninguno de esos extraños vicios que hacen trepar más rápido el tacómetro que el velocímetro.
Es una lástima que la combinación ideal para el Latitude –motor 2.0 con caja automática- no se ofrezca por ahora en nuestro mercado.
Conclusión
Después de tres años de ausencia en el segmento de los medianos importados, tras la desaparición del Laguna II Fase 2, los vendedores de Renault Argentina deberán recurrir al archivo para recordar el nombre y número de teléfono de los clientes que durante décadas compraron sus modelos de alta gama, que tanto prestigio le dieron a la marca en el país.
El Latitude tiene un largo camino por delante para recuperar el terreno perdido y la marca del Rombo no pudo haber tenido mejor idea que posicionar con un precio muy atractivo al –insistimos, el más recomendable- Latitude 2.0. Los 36.500 dólares de precio (148.550 pesos, al cambio de hoy) lo posicionan muy cerca del Fluence tope de gama (133.500 pesos para el 2.0 Privilège CVT), con un espacio interior más generoso y un equipamiento de confort muy superior.
Por su buena relación precio producto, el Latitude 2.0 se convertirá en una interesante opción para las empresas que buscan vehículos de flota para sus ejecutivos, sobre todo ahora que la importación de algunas marcas premium está algo complicada.
El Latitude V6, por su parte, se posiciona con sus 46.500 dólares de precio en una franja donde ya resulta inevitable sentirse tentado por las propuestas de marcas con más prestigio y diseños más jugados.
Su rol, en todo caso, será el de posicionarse como el tope de gama de Renault en la Argentina, con valores de potencia y prestaciones que hace tiempo la marca no ofrecía en nuestro país.
Renault recordó que alguna vez fue una marca muy deseada y valorada en la Argentina, en parte gracias a modelos aspiracionales que muchos soñaban y pocos podían alcanzar –desde el Torino hasta el Laguna-.
El Latitude no sería más que el comienzo de la reparación de esa autoestima perdida en la última década. Y tal vez esa sea la mejor noticia de este lanzamiento
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